Me siento herida y sangrante como una granada abierta, sufro horriblemente…

No solo por las contracciones del parto, sino porque mi hijo se criará sin padre, Nergal – mi esposo  – tanto amor convertido en sombra…

Y ahora, en el peor momento, mi hermana pide verme para congraciarse, ¡que se vaya a su mundo de perfección y simpleza!,  ¿no sabe que para mí no hay consuelo?

Ya desde pequeñas, a mí me toco el lado oscuro de la existencia – allí donde nadie quiere ir  pero todos acaban – Señora del Inframundo soy, y ese es mi destino, moverme por la oscuridad…

Solo con Nergal, mi esposo, fui feliz…

Y ella, Inanna, mi hermana, Señora del Cielo y la Luz, viene investida de buenas intenciones, pero solo quiere presumir de superioridad, sobre su vida perfecta.

¡Qué fácil es compadecerse, cuando no se ha sufrido el dolor en tu propia carne!

Pero yo le enseñare, le castigaré por atreverse a venir hasta mi reino, ella que nunca me ha visitado, sabrá lo que es sufrir, tanto o más como lo hago yo.

¡Oh! Cuánto dolor, me desgarro horriblemente, pero espera, ya la oigo – con sus pasos quedos, ¿acaso cree que no la siento?

Miradla como viene, vestida de todas sus galas, cree que así me honra, pero yo la haré desvestirse  y mostrarme su desnudez

La he colgado de un gancho – carne inerte y putrefacta – de nada le valen ahora sus vestidos, sus joyas, sus vanidades…

¡Pero qué oigo! Unas vocecillas me instan a que les hable, no se asustan de mis lamentos y quejas. Al contrario se lamentan conmigo, me acompañan lastimeras, reconocen mi dolor, me comprenden, se duelen… ¡Ah!, siento que me vacio por dentro.

Me han ayudado tanto en mi dolor, en mi trance…que accedo a entregar el cadáver de esa tonta hermana mía. Dicen que desde su muerte, los animales no quieren aparearse, y la tierra ha perdido su fecundidad, y yo también necesito nutrirme… total aunque la revivan, no podrá salir de mis dominios si no me entrega a alguien en su lugar.

Y, ¡qué ironía! ver llegar a mi mundo a Dumuzi, su consorte, es a él a quien envía al Inframundo. Bien veo que ha entendido, igual ya no es tan tonta, tan insustancial…

Bueno dejare que Dumuzi “Señor de la vegetación” se quede conmigo, y le dejaré salir  durante el otoño y el invierno – así yo me libero – mientras que  Inanna siga regentando  la primavera y el verano, todo irá bien…

Reflexión

En la antigüedad, los dioses del Inframundo tenían rostro de mujer. Cuando la dualidad de la diosa era un hecho la oposición de Inanna y Ereshkigal, diosas de la antigua Sumeria, en realidad representan dos caras de una misma moneda: Luz y oscuridad, cielo y tierra, vida y muerte, semilla y fruto…

Encarnan en su origen el ciclo estacional, con sus periodos de recogimiento  (otoño e invierno, donde la naturaleza parece descansar y purificarse),  y de actividad  (primavera y verano con su florecimiento y fecundidad).

Pero el mito no solo simboliza algo tan evidente como el paso de las estaciones, con su ciclo repetitivo, en donde la semilla oculta en la tierra, se abre paso lentamente, no sin dificultad, para dar su fruto madurado por la luz solar.

También representa el alma humana y su evolución, la parte consciente – Inanna- y el inconsciente – Ereshkigal- que siempre pugna por salir a la luz.

En origen todos somos inocentes y fatuos como Inanna. Ignorantes de las pulsiones de nuestro interior, las acallamos porque nos incomodan: yo no soy envidiosa, ni egoísta, ni malvada, decimos a nuestra alma…

Las relegamos al Inframundo, donde habita Ereshkigal, el lugar donde va todo lo que rechazamos como impuro, comportamientos inadecuados, miedos,  los recuerdos que incomodan y lo que pensamos que ya no está, o no debe estar: lo muerto

Intentando negociar con las emociones más profundas – por acallarlas – Inanna entrega una a una, todas sus prendas, pero Ereshkigal el inconsciente,  grita  por manifestarse y esta vez no deja que se escape, así la muerte en Inanna, es ineludible, para lograr la purificación y entendimiento de una nueva vida.

A través de las pruebas de la vida, muchas veces dolorosas, nos hacemos conscientes de esa otra parte rechazada. Solo aceptándola e integrándola calmamos su legítimo derecho a manifestarse y nos convertimos así, en personas maduras. Esto también significa dejar  morir las cosas antiguas que ya no tienen cabida.

Debemos liberarnos de la perfección – reflejo falso de lo que creemos ser – asumiendo nuestras contradicciones, trayéndolas a la luz, viviremos más cerca de la plenitud.

Pero esto conlleva un cambio, cuando volvemos la visión sobre nosotros, también se transforma lo externo, por eso en el mito, Inanna se tiene que trocar por otro para salir del Inframundo, y elige a su cónyuge Dumuzi – que como ella antes – ni siquiera se ha preocupado de su ausencia. Inanna atrae a su esposo y se intercambia con él, para que viva la experiencia y madure a su vez.

Cuando cambiamos, todo lo vemos desde otra perspectiva, nos desterramos de paisajes antiguos, no siendo posible el retorno al punto de partida. Pero esta pérdida de la inocencia trae como regalo la reconciliación no solo con nuestra psique, sino también  en una percepción más rica y humana propia y de los otros.