Hay profesiones en nuestra sociedad que no son tan valoradas como merecen.

Su importancia real es mucho mayor que su importancia social.

Y una de ellas es la de las Auxiliares de Geriatría.

(Aunque también hay hombres en éste trabajo, la inmensa mayoría son mujeres, por lo que escribiremos éste artículo en femenino).

Las Auxiliares son de una pasta especial.

Cuidadoras por naturaleza, no comprenden cómo se puede dejar desatendida a una persona que lo necesita.

Nunca tienen días malos en el trabajo, para que los ancianos tengan siempre días mejores.

A menudo tienen que oír que su trabajo es “limpiar”, pero éste es el comentario de personas ignorantes.

Una Auxiliar limpia, sí, pero además es psicóloga, enfermera, confidente, motivadora, fuente de bienestar, educadora,… y todo ello con una paciencia infinita.

No pensemos que cualquier persona sirve para éste trabajo.

En los primeros meses de labor,  se ve quién vale y quién no.

Y las que valen, siempre comentan las satisfacciones que les da éste trabajo, tan poco reconocido.

Tienen un importante componente vocacional: Si no fuera así, ¿Quién dedicaría su vida a cuidar a personas en la última fase de su vida?.

Las hay de todas las razas y países, y todas comparten su pasión por un trabajo bien hecho.

Y se esfuerzan, una y otra vez, para que los ancianos tengan un día un poco mejor, para que sus vidas tengan un poco más de color, para dibujar una sonrisa en su rostro.,…

Y aguantan y conocen todas las manías del usuario, y las utilizan para que se lave, para que coma, para que haga ejercicio,…

Tanto es así, que son capaces de conseguir cosas que la familia no puede.

Sirva éste artículo como reconocimiento a todas éstas personas, valientes y entregadas, que realizan su trabajo desde el anonimato, y siempre, siempre, con buena cara.

Tarde o temprano, acabarán cuidándonos a todos, si tenemos suerte.