Habéis oído hablar de las Green House??
Os suena el Cohousing??
Estas comunidades constan de varias casas entre diez y doce inquilinos. Funcionan como unidades independientes, las habitaciones son individuales con baño privado equipado para alta dependencia y salida al exterior. Todas las casas disponen de huertos y jardines donde los residentes pueden pasear, realizar actividades y recibir visitas con seguridad.
La idea Green House nace de un proyecto realizado por gerocultores y auxiliares de enfermería que realizan diferentes tareas dentro del complejo. Lo que se traduce en menos personal y mayor interacción con los convivientes. De este modo se crea una estrecha relación entre ellos. Se incentiva a los auxiliares a ser más cuidadosos en su vida exterior, sobre todo ahora en ésta época de pandemia. El estímulo se traduce en un mejor salario impensable en otros países.
En España el salario se encuentra alrededor de los mil euros, lo que lleva a la precariedad y el pluriempleo. El último año seis mil trabajadoras han dejado el sector para trabajar en la sanidad pública o privada. De vivir en Estados Unidos buscarían sin duda empleo en una Green House .
Las “ casas verdes “ de hecho, destacan desde hace años por el mayor bienestar psicosocial entre sus residentes ( y por extensión también a sus empleados ).
Los estudios revelan mejoras en la autonomía, dignidad, privacidad, bienestar emocional, apetito entre los residentes y tasas reducidas de depresión. Lo que lleva a una mayor satisfacción de los familiares. La compañía afectuosa es un antídoto contra la soledad. Un elemento más para una dinámica vital exitosa. No imponen normas ni rutinas e implican a los ancianos en la vida cotidiana. Los horarios tanto a la hora de las comidas así como a las horas de levantarse y acostarse son más flexibles. Por eso cuando entras en una Green House por la mañana huele a café , a desayuno casero… Nada de ancianos dormidos frente al plato. Juntos deciden el menú y no están obligados a comer lo mismo. Desarrollan sus actividades personales y cuidan de sus huertos y jardines.
“ Hay una percepción generalizada de que a las residencias uno va a morir. Pero aquí nadie viene a morir sino a vivir” dice uno de sus fundadores.
Los inquilinos de la “ Green House “ requieren menos atención médica aumentando así su calidad de vida. A pesar de su estado de salud o capacidad mental cualquiera puede seguir creciendo.
En España, se prevee que en 15 años el 30% de la población será mayor de 80 años. Se mira cada vez más a los países nórdicos a la hora de diseñar dichos centros. Somos el país con más población longeva de Europa pero estamos a la cola de gasto por dependencia. Centros y personal son pues los grandes perjudicados por la escasez presupuestaria. Cada gerocultor dedica a una persona con dependencia entre cuarenta y ochenta minutos al día. Así es imposible realizar una atención de base.
Repensar todo el sistema es una tarea que requiere soluciones. El problema es que con el número de ancianos creciendo el tiempo se hecha encima. En las últimas décadas las administraciones y la sociedad en general han mirado hacia otro lado. Y como dice Steve McAlilly :
“La calidad moral de una comunidad se mide por el modo en que trata a sus mayores”
Ahí lo dejo…