Cuando se atraviesa la puerta que da entrada a la mezquita de Córdoba – tras haber cruzado el Patio de los Naranjos – nos encontramos literalmente con un “bosque de palmeras“,  que nos habla de la nostalgia de la tierra pérdida…

Abderramán I, el emir que la construyó, tuvo que escapar de su tierra de origen – Siria – perseguido por sus enemigos Abasidas, que habían asesinado a todos los Omeyas, menos a él…

En al-Ándalus, tras una peligrosa travesía, supo hacerse con el poder  y crear un reino independiente con capital en Córdoba. Pero siempre le quedó la añoranza de la patria perdida

Sería Abderramán III, su descendiente, el que completará totalmente la independencia, coronándose Califa, como líder político y espiritual andalusí

La mezquita de Córdoba fue primero basílica visigoda –San Vicente – cuyos restos podemos contemplar. Muy pronto se convirtió en mezquita, pero Abderramán no va a orientar el mihrab hacia la Meca, sino al sur como la Gran mezquita de Damasco, el templo de sus antepasados

Va a sufrir sucesivas ampliaciones por los reyes Omeya, y es que Córdoba no va a para de crecer, tanto en población como en esplendor, convirtiéndose junto con Bizancio, en la ciudad más importante de su época

La belleza de la mezquita de Córdoba ha sido largamente comentada a lo largo de los siglos, pero no me pararé en una descripción arquitectónica fácil de conseguir en cualquier manual

Lo que si comentaré es la sensación de encontrarnos en un lugar especial, lleno de rastros de espiritualidad que – aunque de diferentes credos – aún se respira a poco que logremos abstraernos y aislarnos, fácil, si acudimos en fechas u horarios poco transitados por los turistas

Aún así, la mezquita consigue transmitirnos un ambiente sosegado y fresco, la luz  deslumbrante cordobesa se apacigua en su interior, creando a través de sus lucernarios lobulados un ambiente irreal, que nos incita a reflexionar sobre lo sagrado

Aunque sorprende y a la vez extraña, en el interior de la mezquita se encuentra la Catedral cristiana de Córdoba, que con su estilo occidental  se fusiona con el andalusí con mayor o menor fortuna…

Aunque la mezquita fue convertida en catedral – otra vez de culto cristiano – sufriendo alguna alteración constructiva, no fue hasta el siglo XVI, donde nos vamos a encontrar una mayor ruptura con el estilo original islámico

Carlos I, dio su consentimiento en su transformación arquitectónica desde su lejano centro de poder, y cuando visito la ciudad no pude sino dolerse de esa decisión irreflexiva, con la famosa frase: «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes»

La mezquita ya en su origen, toma prestados elementos clásicos y visigodos, patentes por ejemplo en sus capiteles. Y es que Abderramán I, esquilmó todos los monumentos alrededor de Córdoba para su realización  y belleza

Por lo que desde el principio no encontramos con una obra de fusión, ecléctica, que ya desde sus inicios utiliza códigos propios, como el arco en alfil o enmarcado, que creará impronta en otros edificios posteriores

Merece la pena acercarse a Córdoba y a su mezquita-catedral si aún no la conoces, o para repetir la experiencia

La Mezquita de Córdoba, es Monumento Nacional desde 1882 – esto ya nos dice mucho sobre su importancia. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

 

Para saber más:

https://mezquita-catedraldecordoba.es/