Fue un hombre de frontera de pensamiento, época y cultura. Figura cumbre de la Taifa de Zaragoza, vivió en el accidentado al-Ándalus del siglo XI.

Hizo suya la frase islámica: «Busca el saber desde la cuna hasta la tumba».

Era un hombre de amplia erudición y talentos. Pro-humanista como casi todos los intelectuales de su época, dominó la poesía y la música de la que realizo un tratado hoy perdido y que se dice recogía todo lo aprendido de ese arte.

De profesión médico, dominó además la botánica y farmacopea, así como otros campos como la física o la astronomía.

Pero Avempace, es recordado sobre todo, por ser el primer filósofo puro de al-Ándalus.

Antes que él, no existía en el occidente árabe la especulación filosófica, ya que los intelectuales de la época, se limitaban a explicar la racionalidad  neoplatónica, dentro del sistema religioso islámico.

Fue el primero – antes que Averroes y Maimónides – en seguir la lógica aristotélica, desvinculando así  la razón de la religión.

Propone una filosofía original en la cual, siguiendo la lógica racional se sintetice la filosofía griega – platonismo y aristotelismo –  con la mística musulmana.

Nos encontramos, por lo tanto con un intento de hacer confluir en la vida humana, la razón – con sus leyes naturales – con el camino espiritual, al que ningún hombre debiera renunciar.

Nos topamos ante “un nuevo racionalismo místico-islámico” que tuvo gran influencia en los pensadores posteriores, tanto del ámbito islámico como cristiano-medieval.

Este mensaje es el que intenta transmitir en sus tratados filosóficos, sobre todo en “El régimen del solitario”, uno de sus libros más importantes, y en el que refleja los pasos según él, que todo hombre debe seguir si quiere aspirar a la excelsitud.

Para ello, primeramente tendríamos que elevarnos de nuestro nivel racional del que todo ser humano parte, avanzar hacia lo intelectual para poder abstraerse.

Por último, para llegar al nivel superior hay que salir de la masa, e intentar vislumbrar el fin espiritual, aislándose y perdiendo la individualidad personal para conseguirlo.

El hombre tiende a lo social, y por eso le cuesta llegar a la perfección espiritual que solo se consigue en soledad. Si se lograra que varios hombres llegaran a ese estado, podrían volver a la colectividad y crear «una sociedad de justicia, virtud, amor y salud» en una nueva y renovada comunidad.