En las antiguas Irán y Afganistán, aproximadamente 1500 años antes del nacimiento de Jesucristo, surgió una religión que hoy en día sigue teniendo más influencia en nuestra vida de la que sospechamos: el Zoroastrismo.

Se considera que su fundador fue Zoroastro o Zaratustra, considerado en los círculos esotéricos como uno de los Avatares o grandes iluminados que han guiado a la humanidad, como Cristo, Buda o Krishna.

Nietzsche intentó utilizar el brillo del personaje en su obra “Así habló Zaratustra”, pero en realidad las enseñanzas de ésta obra y las de la religión (Zoroastrismo o Mazdeísmo)  no tienen mucho que ver.

El esquema básico de la religión es la eterna lucha entre la luz y la oscuridad.

Todo acto que hacemos de forma voluntaria o todo pensamiento que tenemos, define nuestra vida.

No existe la predestinación y nuestra situación actual depende de lo que hemos hecho, así como lo que hagamos ahora decide lo que seremos en el futuro.

Uno puede elegir actos en los que se realiza como persona según los patrones de la vida, o puede verse arrastrado por sus acciones que le llevan hacia la oscuridad (el famoso “lado oscuro” de la “Guerra de las Galaxias”).

Se rehúyen los sacrificios animales. A Dios no le hace falta que se mate para saber que se le adora.

Hay dos figuras principales:

– Ahura (ser supremo) Mazda (sí, como la marca de coches) es el Dios del fuego, del bien y de la luz.

–  Ahriman, la figura contraria, que pretende llevar a los humanos hacia la oscuridad y el caos.

Fijémonos en el parecido entre Ahriman y el Saruman del “Señor de los Anillos”. Teniendo en cuenta que J.R.R.Tolkien era un gran estudioso de las historia y la mitología, no es extraño el parecido.

Ésta religión se extendió siguiendo la ruta de la Seda, de tal manera que se han encontrado templos Zoroástricos en China.

A Ahura Mazda se le adoraba a través del fuego (otra referencia interesante del “Dios del Fuego” de “Juego de Tronos”).

Pero el Dios no era el fuego.

Hoy en día la religión sigue viva, si bien es minoritaria, con “solo” 2,6 millones de fieles, repartidos por Irán y la india.

Sus principios son:

  • Igualdad de todos, independientemente de su sexo, raza o religión.
  • Respeto a la vida. Condena a la crueldad con personas y animales.
  • La naturaleza ocupa un lugar central en la religión y el culto en general.
  • Se honra el trabajo y la caridad.
  • Se honra al grupo al que se pertenece, sea familia, comunidad o país.

Al contrario de todas las religiones que conocemos, no se valoran ni favorecen el proselitismo ni las conversiones.

Como se puede ver, estamos ante un sistema de creencias que ha influido en todas las grandes religiones monoteístas actuales.

Pero no solo eso, sino que sigue coloreando todo nuestro imaginario actual con su eterna lucha entre la luz y la oscuridad.