Durante muchos siglos los roles sociales que podían desempeñar las mujeres eran más bien escasos: esposas, religiosas y prostitutas.

Por supuesto que existían algunas excepciones, pero eran eso: excepciones.

Pero algo cambió del Renacimiento en adelante. Desde el siglo XIV surgió un nuevo tipo de mujeres: las Cortesanas.

No es que su papel fuera envidiable, pero comparando con el resto de las féminas, simbolizaban la libertad.

Frente a las prostitutas de toda la vida, las Cortesanas comenzaron a asumir un papel más y más relevante.

Tengamos en cuenta que hasta este período, se mantenía a las mujeres en un papel de sumisión social.

Tenían vetado el acceso a la cultura de la época, a la política y a las finanzas.

En general, se había convertido la ignorancia en una virtud unida a la decencia. La mujer cultivada y además con influencia, era temida y por eso considerada indecente.

Frente a ésta corriente, las cortesanas, a menudo contra su voluntad, comenzaron una discreta revolución.

Dominaban como nadie las artes de seducción así como las amatorias, pero eso no era más que la punta del iceberg.

Se preparaban a fondo en disciplinas tan diferentes como danza, música,  literatura, oratoria, política o economía.

Algo tan normal en nuestros días, resultaba inconcebible para aquella época. Las grandes bibliotecas, cerradas para las mujeres “decentes”, se les abrían de par en par.

Tengamos en cuenta que muchas de ellas se vieron abocadas a ésta profesión porque en la mayoría de las áreas sociales, se dependía  de los hombres para poder sobrevivir.

Éstas grandes seductoras a veces tenían un mal final. Otras veces terminaban casándose con hombres principales de la sociedad y otras disfrutaban a solas de las rentas y beneficios que habían sabido invertir.

Lo cierto es que durante los siglos posteriores llegaron a tener tanta influencia como algunos reyes, si no más, aconsejando sobre política, filosofía e incluso  guerras.

El listado de éstas grandes mujeres es muy largo: Verónica Franco, Madame Pompadur, Ninette de Lenclos, la Marquesa de Montespan,…

Estas mujeres eran auténticas potencias intelectuales  y a menudo fueron referentes de la moda, mecenas del arte y la ciencia.

Reflexión

Sería muy interesante que nuestra sociedad las colocara en el lugar que merecen  y las  consideraran como un paso más  en éste largo proceso de la valoración de las personas, independientemente de su sexo.