La Suma Sacerdotisa egipcia: el poder en sus manos
En la antigüedad, la mujer que conservo más libertades fue la egipcia. Tenían los mismos derechos que los hombres,pudiendo ser propietarias de tierras y bienes, heredarlos o legarlos a quienes quisieran, por ejemplo.
Esta igualdad se extendió al ámbito del templo. Desde el Reino Antiguo – la época de las pirámides – se constata la presencia de las mujeres dentro del sacerdocio egipcio, aunque se piensa que pudo darse ya en etapas anteriores.
Este sacerdocio – al igual que la de los hombres -estaba jerarquizado y las sacerdotisas se dedicaban al culto de los dioses del extenso panteón egipcio, desplegando un papel que se va a hacer cada vez más predominante.
En esta jerarquía el puesto más alto y de responsabilidad era el de “Esposa del Dios”, de la que no se sabe exactamente las funciones y que era ejercido por mujeres ajenas a la familia real durante las primeras Dinastías Faraónicas.
En el Reino Medio, tras las vicisitudes y cambios que esta nueva etapa supuso, donde hasta el papel del faraón estuvo cuestionado, la preeminencia de las sacerdotisas sufrió una disminución que no fué recuperada hasta el Reino Nuevo,donde resurgen con fuerza relacionadas al dios Amón.
El título principal de “Esposa del Dios” fue entonces asociado a la realeza, siendo la que lo ostentaba también la “Gran esposa real”, es decir, la escogida para ser la madre de los futuros faraones de Egipto.
Este título se hizo hereditario de madres a hijas –ya que eran las portadoras de la “Sangre real” – y eran las escogidas sobre el resto de mujeres del haren para portar ambos títulos, puesto que eran las garantes no solo de los hijos habidos con el faraón, sino también para legitimarlo a éste en el trono.
Este “poder en la sombra” de las reinas egipcias,reposaba por la transmisión de la herencia matrilineal, que hundía sus raíces en la más remota antigüedad egipcia, donde el mito de la diosa Isis es importante además de revelador.
En el Reino Nuevo, se va a crear un segundo título para designar a la Suma Sacerdotisa, “la Divina adoratriz de Amón”, éstas eran princesas – hijas del faraón reinante – y tenían en sus manos un gran poder – no solo religioso – ya que gobernaba todos los dominios del templo (tierras,edificios religiosos y funerarios asociados incluidos), además de encargarse de cobrar impuestos.
A partir de la Dinastía XX, estas princesas portadoras del título y Sumas sacerdotisas de Amón, no se casarán y se sucedían por adopción de otra princesa real, convirtiéndose su celibato no solo en una tradición, sino también en una cuestión de Estado, ya que eran también la garantía para facilitar la transferencia de poder de uno a otro faraón, evitando así con su celibato originar otras dinastías menores.
Con la crisis del Tercer Periodo Intermedio egipcio, el cargo llega a su máximo poder político y económico, convirtiéndose en mantenedora del principal centro de culto de Amón en Tebas.
Con la toma del territorio egipcio por parte de los persas Aqueménides, el cargo fue abolido, pero con todo, el poder religioso de la mujer egipcia fue de alguna manera restituido en la persona de Cleopatra.
Ésta aunque era de origen griego, se sentía egipcia y muy atraída por su cultura. Cuando al fin se convirtió en Reina del país del Nilo, también fue su principal autoridad religiosa, ante todo como Suma sacerdotisa de Isis, recogiendo así una tradición tan antigua como la propia historia de Egipto.
Con qué lógica funcionaban y qué poquita utilizamos ahora en algunas cosas….