Aunque existían informaciones de mujeres guerreras ya en la antigua Grecia, no es hasta la actualidad que se le ha dado crédito a estos relatos, con el desciframiento de la escritura meroítica.
El reino de Kush inventor de esta escritura, es conocido sobre todo, porque había tenido mucha relación con el antiguo Egipto: comercio, guerras, tratos matrimoniales – como la boda de Ramsés II con la reina nubia Nefertari – e incluso, conocemos los nombres de algunos faraones kushitas también llamados “faraones negros”.
En este reino, de la antigua Nubia, existió el titulo de kandake o candace, para denominar a las soberanas Nubias: esposas, madres consortes y después reinas por derecho propio.
Meroe su capital, va a ser el escenario donde se va a desarrollar una nueva cultura más africana, con elementos helénicos y poso egipcio, que tal vez explicaría la independencia de estas soberanas.
Parece ser que estas reinas ampliaron sus territorios mediante guerras con sus vecinos, y gobernaron en lo que hoy es el sur de Egipto, Sudán y Etiopia.
Mandaban en sus ejércitos, comandándolos en la batalla, como la kandake Amanirenas que atacó a los romanos en Asuán, haciéndolos refugiarse en la isla de Elefantina en época del emperador Cesar Augusto, cuando ya Egipto pertenecía al Imperio. Tras esta incursión, los kushitas regresaron a su país con esclavos y estatuas de Octavio, y éste como venganza destruyó la antigua capital de Napata.
Estas mujeres tenían mucho poder – sus maridos eran simples consortes – y ejercían sus deberes políticos, judiciales, diplomáticos… e incluso designaban al heredero en la regencia.
Además de sus nombres como la anterior Amanirenas, nos han dejado bajorrelieves donde se las representa, generalmente de cuerpo grueso y largas uñas – tal vez símbolo de su fiereza. Es manifiesta la representación de la kentake Shanakdakheto, donde se la ve con armadura y lanza en plena batalla.
Hoy en día nos han llegado varios nombres de estas kandakes: Amanishajeto, Amanitore, Amanirenas, Nawidemak y Maleqereabar.
Las reinas guerreras: La Kandake de Meroe (por Esther Roso)

Y tu que lo digas…es que nos temen mucho y les da miedo reconocernos el poder que tenemos…ja ja