Empezar el año con un fin en mente es una necesidad simbólica de darnos nuevas oportunidades. Suponemos que con el recién estrenado “ahora” podremos llevar a cabo todo aquello que nos importa. Como forma parte de esa mayoría ilusionada por los comienzos, me gustaría colaborar en este flamante año con el lema “Conjurando el olvido”. La intención es rescatar de él a nuestras antepasadas. Saber de estas damas de la filosofía que permanecen ocultas, no por falta de méritos, sino por rechazo y omisión.

No hace falta ser especialista en la materia, tan sólo recordar lejanamente aquello que una vez estudiamos en los años del instituto; por ejemplo, que Aristóteles fue el tutor de Alejandro Magno, que a su vez Platón fue el preceptor de Aristóteles y que Sócrates fue el maestro de Platón. Mal que bien, eso lo podemos recordar, pero aunque sigamos con la misma lógica, la cosa ciertamente se complica cuando nos preguntamos quién fue el instructor de Sócrates. ¿Quién?.

Pues en un afán por conjurar ese olvido, siempre es grato presentar a Diotima de Mantinea.

Sócrates nos la descubre en  “El Banquete” de Platón. Habla de ella con sentido aprecio, ya que en su juventud fue su maestra. Diotima era filósofa y sacerdotisa y Sócrates le debe todo lo que aprendió sobre el Amor y la Belleza. Ambos conceptos muy desarrollados en “El Banquete” y aunque todo el mundo atribuye a Platón la idea de “amor platónico” el origen de este planteamiento no nace de él, sino de Diotima. (La idea de amor platónico que se tiene hoy en día es una banalización del tema filosófico).

Tal como lo recoge Ingeborg Gleichauf en su obra “Mujeres filósofas en la historia”, dice: “En el pensamiento de Diotima existen dos mundos: uno es relativo, perceptible por los sentidos y limitado en el espacio y el tiempo; y el otro es eterno y va más allá de la comprensión humana. En la Historia de la Filosofía posterior, se afianzara con fuerza esa teoría de “dos mundos”.

Es decir, en occidente hemos trabajado por conocer la realidad a través de la razón y lo trascendente a través del saber metafísico.

Por tanto vemos que Diotima, a pesar del olvido concienzudo de la historia, marcó los parámetros de este pensamiento.

Pero esta omisión es todavía más recalcitrante porque a partir del siglo XIX los propios helenistas generan una polémica en la que se pone en duda, no sólo el origen de la teoría platónica o teoría “Diotímica”, que sería lo propio, sino que también se niega la existencia de esta mujer. Estos sesudos helenistas consideran que Platón creó el personaje de Diotima para simbolizar la tesis de que el Amor es un anhelo de la inmortalidad.

Y así han ido las cosas, no sólo en el campo de la filosofía, sino en todas las áreas ¿cuántas escritoras han firmado con el nombre del marido, llevándose éste los laureles? ¿Cuántas pintoras, escultoras, músicas, científicas…?

Pues bien:

1.- En todas las obras de Platón es reconocido que los personajes que en ellas aparecen son personajes históricos.

2.- Que es sabida la ambigüedad de Platón hacia el igualitarismo con las mujeres, como para presentar a una que simbolice el conocimiento.

Dice en el diálogo “Las Leyes” que se ha de prestar más atención a la educación de las mujeres que a la de los varones debido a la mayor inclinación de ellas al mal.

3.- Que sin embargo su admirado maestro Sócrates dejó dicho y está recogido: “Las mujeres pueden aprender todo lo que un hombre puede aprender”.

4.- Que esa prevención de Platón hacia “el segundo sexo” hace que en el conjunto de su obra sólo aparezcan dos mujeres: Aspasia y Diotima, muy admiradas por su maestro Sócrates y a petición de éste.

5.- Que de Aspasia no se puede negar su existencia porque fue la mujer de Pericles por un período de veinte años y creó una escuela de filosofía y oratoria en Atenas.

6.- Que de Diotima, además de saber por el mismo Sócrates que fue su maestra, también tenemos conocimiento de que fue llamada a Atenas a petición de Pericles en el 440 a.C. para librar a la ciudad de la peste. Purificó el lugar a través de diversos rituales y gracias a sus artes, pertenecía a la tradición órfica, limpió la ciudad de la peste bubónica.

Y sin embargo Diotima sigue sin encontrar su puesto en la historia de la filosofía. Es más fácil creer e invertir cantidades ingentes de dinero para descubrir la Atlántida, de la que habla Platón en “El Críticas” y en “El Timeo”, que reconocer que Diotima existió y fue la precursora de la filosofía platónica.

Es el momento, pues, de Conjurar el olvido: por Diotima, por la filosofía, por las mujeres, por la historia… y para que ésa otra parte reticente de la humanidad aprenda a reconocer como una igual a cualquier mujer.