Hay muchas personas que piensan que los seres humanos tenemos una tendencia natural hacia la pereza y la inactividad.
Pero la realidad nos dice justo lo contrario: la mayoría de las personas es incapaz de estar mucho tiempo sin hacer nada.
La prueba es bien sencilla: intenta aguantar una semana sin hacer nada (ni trabajo, ni deporte, ni internet, ni televisión,…).
Al estar un cierto tiempo en ésta situación, nuestra naturaleza se revela, y tenemos que levantarnos a hacer cosas.
De hecho, un filósofo tan respetado como Bertrand Russell repetía una y otra vez que una de las claves de la educación de los niños es el aburrimiento: hay que dejar que se aburran, por siempre llega un momento de agobio en el que se levantan y se ponen a hacer cosas.
Nuestra naturaleza es la de hacer cosas, aunque algunas nos apetezcan mucho menos que otras.
Hay una antigua historia que quiero compartir contigo que trata sobre éste tema:
Hace mucho tiempo un sacerdote (no importa de qué religión) estaba andando por el campo, y se encontró con un campesino.
Comenzaron a charlar y al poco tiempo el campesino empezó a quejarse de lo dura que era su vida y de que tenía que trabajar mucho para mantener a su familia.
El sacerdote le preguntó: “Entonces, ¿cómo sería para ti la vida ideal?”
Tras pensar un rato, el campesino le contestó: “Me gustaría poder comer sin tener que trabajar, poder acostarme a la sombra de un árbol o tomar el sol cuando me apetezca, echar una siesta todos los días, poder salir todas las noches en busca de sexo y poder recibir todos los mimos y caricias que necesite cuando quiera”.
En cuanto terminó de hablar, el sacerdote salió corriendo.
El campesino le preguntó: “¿Dónde va con esas prisas?»
A lo que el sacerdote contestó: “Voy a rezar a Dios para que te convierta en gato”.