Pocas cosas hay en la vida que sean más peligrosas que la envidia.

Es una asesina del talento, trunca carreras profesionales, destroza familias, provoca enfermedades, destruye relaciones,…

Y además, es invisible.

Nadie admite que siente envidia, porque denota inferioridad.

Y si no eres una persona envidiosa, recibes sus golpes sin entender qué está sucediendo.

No lo dudes: si hay personas que se dedican a hacerte daño, a perjudicarte y no sabes por qué, te tienen envidia.

Se puede tener envidia de la belleza, de la juventud, de la simpatía, de la riqueza, de la inocencia, del talento….

Incluso personas que están en una situación mucho mejor que la tuya te pueden envidiar por algo que imaginan que tienes.

Y no nos engañemos: cuando hablamos de “envidia sana”, estamos hablando de admiración, que es la sensación de que te gustaría conseguir lo que la otra persona tiene o es.

La admiración es un impulso sano, de vida, que nos lleva más allá de nuestro horizonte habitual.

Pero para sentirla hace falta grandeza de alma.

La envidia es lo contrario.

Es sentir que el otro, que es mejor que yo en algo, me hace sentir inferior.

Por eso el envidioso intenta por todos los medios destruir al objeto de su envidia.

Disfruta viendo como caen las personas, y a menudo busca aliarse con otros envidiosos para destruir a su víctima, casi siempre a traición.

Pero hay que asumir ésta situación.

Muchísimas personas se acobardan y se quedan en su pequeño rincón por miedo a los envidiosos, no vaya a ser que destaquen.

En la formación de todas las personas debería haber un apartado en el que se les explicara que desde el momento que hacen algo positivo, va a haber personas que intenten dañarte.

Si la vida dependiera de los envidiosos, éste mundo sería un erial, gris y sin esperanza.

Si lo miramos desde una perspectiva positiva, pensaremos que hay envidiosos y maledicentes porque estás haciendo algo que merece la pena.

Ya lo dice el proverbio: “Si no te señalan con el dedo, no vales un bledo”.

Por eso, animamos a todas las personas que sufren la envidia a que no se dejen doblegar por un instinto tan vil, que hagan lo que tienen que hacer y que consigan lo que hará que los envidiosos se retuerzan de dolor:

TENER ÉXITO EN LA VIDA.