Cada poco se repite la misma noticia, noticia que no por conocida deja de ser odiosa. Sólo hay ligeras variaciones de las violentas y repugnantes formas con las que nos asesinan.

Las mujeres somos estranguladas, quemadas, disparadas, acuchilladas… mientras el sistema de Justicia e Igualdad se va ausentando con disimulo.

Lo cierto es que no es una noticia de hoy, ni de ayer, ni de anteayer siquiera. La impunidad contra la mujer se pierde en la noche de los tiempos…

HIPATIA DE ALEJANDRIA (Siglo V)

Alejandría fue la ciudad que durante centurias alumbró el horizonte marino con su monumental torre luminosa, situada en la isla de Faro. Y desde luego el horizonte humano se vio amplificado por su impresionante Biblioteca. Durante siglos su nombre fue el referente máximo del conocimiento y hasta que llegó la brutal intransigencia cristiana, engendró sabios. De todos ellos el que más despuntó, no fue él, sino ELLA.

-Bien, si preguntas mi nombre fue Hipatia. Si mi tierra Alejandría, si mi vida la filosofía y los astros y las matemáticas. Si mi muerte, la locura de los intolerantes.

“Hubo en Alejandría una mujer de nombre Hipatia, hija del filósofo Teón. Ésta alcanzó tanto saber que superó en mucho a todos los filósofos de su tiempo (…) y expuso a sus oyentes todas las ramas de la filosofía”. Sócrates Escolástico, Historia, libro VII, cap.XV.

También sabemos por cuenta de Niceforo que “Era la admiración de todos, hasta que contra ella se desató la envidia, pues platicaba a menudo con Orestes, Prefecto de Alejandría y este hecho provocó la calumnia en su contra dentro del clero de Cirilo, arzobispo de Alejandría”. Historia eclesiástica, libro XIV, Cap. X.

Y es que el auge del cristianismo planteó una situación difícil para los paganos que no querían convertirse. Aunque la misma Hipatia tampoco se definía como pagana, porque para ella “cualquier religión, cualquier dogma es un freno para la libertad de investigación y puede convertirse en una prisión que impida indagar libremente sobre el origen de la vida y el destino del hombre”.

No obstante el arzobispo Cirilo la acusó de pagana, impía y bruja: “Enseña supersticiones como verdad” y supo caldear el ambiente para propiciar su muerte.

El asesinato de Hipatia está descrito en la obra del historiador cristiano del siglo V, Sócrates el Escolástico:

“Como drástica solución a un problema moral, ya que al ser virgen no podía ser asesinada, fue violada, desgarrada, descuartizada con conchas y quemada por los propios Parabolanos”. (Monjes fanáticos de la iglesia de Cirilo)

La impunidad con la que actuaron los asesinos hace de la muerte de Hipatia una perpetua indignidad histórica.

Tras el brutal asesinato la ciudad se fue vaciando de estudiosos y comenzó el declive de Alejandría.

Más tarde Cirilo fue canonizado.