Pronto cumpliré tres años y me han comprado un dormitorio nuevo; es chuliiiiisimo.
Tiene dos camas, una para que yo duerma y otra de mentira. La de mentira está debajo y mamá la saca para pegarla a la mía y que no me caiga; pero no duerme nadie; y no lleva colcha ni almohada. También tengo un mueble con cajones para guardar los juguetes, una estantería y una percha.
Los hombres que trajeron los muebles me preguntaron cómo me llamaba.
Les dije que Aroa Lara Jiménez Guapa; como me dijo la tita. Y ellos se reían.
Los mayores siempre me preguntan cómo me llamo y ya estoy ´cansá´.
Además, me regañan si me meto el dedo en la nariz y yo les digo que es que tengo un moquillo. Y para que vean que es verdad, luego les digo: «Toma»·, y se lo doy.
Estoy muy contenta con mi cuarto nuevo. Me han pintado las paredes de ´verre´ y la abuela me regaló un sol que se enciende aunque sea de noche. Ella dice que yo también soy un sol y yo le digo que la quiero ´mil´.
A veces no me gustan los mayores, dicen muchas mentiras.
Por ejemplo, ayer, mi padre me dijo que si me lo comía todo me llevaba con la abuela. Yo no quería más tortilla, pero me la comí y luego no me llevaron, porque dijo mamá que ya era muy tarde; y por eso lloré.
Los niños lloramos de verdad, hacemos mucho ruido y nos tiramos al suelo.
En cambio, los mayores lloran de mentira, sólo aprietan los ojos para que salgan lágrimas y cuando les preguntas: “¿qué te pasa?”,y siempre dicen que nada.
Cuando yo aprenda a decir mentiras y a llorar sin hacer ruido, ya soy grande.