En la Ribera navarra, se encuentra el primer monasterio femenino fundado en España por el Cister en el siglo XII. Se trata del Monasterio de Santa María de la Caridad en Tulebras, una pequeña localidad a mitad de camino entre Tudela y Tarazona.
Es uno de los pocos monasterios que no le influyó la desamortización de Mendizábal, manteniendo sin interrupción la vida monástica hasta nuestros días.
El monasterio mantiene una gran sobriedad sin adornos superfluos, siendo un ejemplo claro de la orden Cisterciense.
Pero esta sobriedad queda contrastada por su distinguido museo de arte sacro, con ejemplos muy peculiares como el retablo de “La Dormición de la Virgen” y la tabla de “La Santísima Trinidad”.
Estas dos obras ejecutadas a caballo entre los siglos XVI y XVII por un mismo autor: Jerónimo Cósida, son los que despiertan curiosidad por el especial tratamiento de las escenas.
En la “Dormición de la Virgen”, vemos a ésta, no como se la solía mostrar según las normas de la Iglesia católica – ascendiendo hacia los cielos – sino en el momento de su muerte, rodeada de amigos y Santos.
Esta forma de representarla es propia del arte bizantino que sigue el rito cristiano ortodoxo, pero dentro dela Iglesia católica, la Virgen no puede morir ya que nació sin pecado, por lo que constituye una suerte de herejía o una excentricidad del pintor.
En cuanto a la otra obra “La Santísima Trinidad”, nos encontramos con una representación todavía más extraña si cabe, personificando el misterio de Dios padre, hijo y espíritu Santo, pero tampoco de la forma tradicional a la que estamos acostumbrados…
Lo que aparece en la tabla es la imagen de Jesús – Dios mortal y joven – simbolizado de forma trifacial, que nos recuerda a las representaciones hindús trinitarias de los dioses: Bráhma, Visnú y Shiva, que hacen alusión al carácter creador, preservador y destructor respectivamente.
Este misterio está acentuado porque en las frases de la banda triangular que acompaña a la imagen, tampoco aclaran el carácter de la Trinidad: en qué medida el Padre «no es» el Hijo, y el Espíritu Santo «no es» los otros dos, siendo los tres Dios respectivamente.
El papa Urbano VIII, en 1628 prohibió esta iconografía por considerarla herética, por lo que abre varios interrogantes:
- ¿Consideraba el pintor qué Dios era por encima de todo humano, lo mismo que a la Virgen ya que la representa en su muerte?
- ¿Tenía contactos con el arte oriental, tanto bizantino como asiático que le pudo influir a la hora de las representaciones, en una especia de sincretismo?
- ¿O es un simple capricho del autor al representar así estos temas?
Hereje, amante de lo exótico o innovador, pero sin duda un artista con ideas propias. La respuesta solamente la sabía él.
Para saber más:
www.monasteriodetulebras.com/vista/index.html