Vosotros mortales, creéis que lo sabéis todo. Yo ya era vieja cuando vosotros empezabais a caminar por el mundo
Me habéis condenado, demonizado, me habéis convertido en algo perverso. ¡Quiénes os creéis que sois para juzgarme!
Decís que mi ámbito es la noche, que tomo forma de lechuza, que robó niños recién nacidos para saciarme con su sangre, y sin embargo, vosotros hombres, me buscáis en la oscuridad suspirando por el roce lúbrico
Ahora vais a escucharme, eso que no queréis oír…
Adán mi esposo, mi cónyuge – fue un ingrato – su celo de macho le impulso a intentar someterme – a mí – su igual. Levanté mis alas y me fui, nadie me posee si yo no quiero
Soy bella, apetecible y apetecedora, gozando sin pudor, sin compromiso ni trabas. ¿Por eso me llamáis súcubo?
Soy indomable: pronuncie el nombre “Innombrable” – quebré la norma – escape del Edén, ese paraíso que todos anhelan. Así me hice mía, así forje mi destino
Tenéis miedo de que vuestras mujeres sigan mi ejemplo, pensáis que yo les corrompería, tenéis miedo sí, de perder vuestra soberanía
Y sin embargo yo también pertenezco a la Luna, me guio por sus leyes ancestrales, pero vosotros ya no comprendéis, os habéis perdido
Me habéis intentado relegar al olvido, enviado a un mundo polvoriento lleno de abominaciones al que nunca fui. No me mezcléis con vuestras creencias vanas
Escucharme: Soy aire, viento…estoy fuera de vuestro alcance
Soy una diosa – la Diosa – jamás podréis tocarme
Reflexión
Aunque el mito tiene un origen Mesopotámico, es con la cultura judía, a través de la Biblia y otros documentos religiosos, donde Lilith cobra importancia como arquetipo de la mujer rebelde, independiente y dueña de sí misma y del disfrute de su cuerpo.
Su nombre derivado de la palabra lilitu significa aire, por lo que la configura como espíritu del viento, mitad diosa mitad humana.
En la antigua Sumeria se la ligaba con la diosa Inanna y aparecía en el relato del Gilghames, estableciéndose ya sus características que la relacionan con la noche, la rebeldía y la concupiscencia, pero sin el factor peyorativo que más tarde adquirirá.
Esta asociación a la diosa Inanna-Ishtar, la acerca a las imágenes de la Diosa madre, y en este contexto Lilith sería una manifestación de aquella, de su faceta independiente, erótica, y dueña de sí, que parecen reflejar la realidad socio-cultural del papel de la mujer Mesopotámica.
Las representaciones que nos han llegado de ella, remarcan la sensación de ser una Diosa, de tal manera que se funde con las de Ishtar.
Se la ve como una mujer alada, desnuda y hermosa, con patas de ave en lugar de pies y que sostiene en sus manos símbolos de poder. En su cabeza lleva un tocado donde se enroscan unas serpientes, emblemas de sabiduría. Acompañándola aparecen animales como leones y lechuzas – manifestaciones de la Diosa neolítica – y aludiendo a su carácter salvaje y nocturno, que nos anticipa la evolución del mito.
En la versión judía, Lilith es la primera mujer de Adán, creada por Dios con el mismo barro, por lo que es una igual. Este hecho no es respetado por Adán que intenta someterla sin conseguirlo. No deja de ser curioso que la ruptura se produzca por una discusión sexual, remarcando el origen y poder de Lilith.
Ella huye volando del Paraíso tras pronunciar el nombre de Dios. Esto es tabú para la religión judía, nadie puede pronunciar su nombre, ya que de esta forma adquiriría su poder.
Lilith lo pronuncia y así adquiriere su anterior poder divino, que le había sido arrebatado en la versión judía, ya que se nos muestra como una igual a Adán – a semejanza de Dios – pero humana al fin y al cabo.
Esto es una rebeldía – volver a ser diosa – por lo que el relato judío continúa demonizándola como un ser lujurioso y sediento de sangre inocente.
Si lo vemos de nuevo en un contexto socio-cultural, los judíos que habrían recogido el mito durante su estancia en Babilonia, lo transforman de forma negativa, de tal manera que el poder femenino y su autonomía quedan así subyugados.
La mujer judía está bajo una sociedad patriarcal, y como tal debía seguir. La libertad mostrada por las Cananeas, fruto de una cultura que mantenía viva la imagen de la Diosa en su acepción de Aserá, acelera la necesidad de su distorsión.
En este contexto Lilith representa a la mujer rebelde, que no se somete, y que existe antes que Eva – creada de una costilla de Adán – tal vez para evitar que los hechos vuelvan a repetirse, como a pesar de todo sucede, pues Eva incita a Adán a probar la manzana provocando la expulsión del Paraíso.
Esto nos da un ejemplo muy freudiano de los peligros de relegar la autonomía al inconsciente, pues sale a través de subterfugios, “malas artes” que al final afecta a los implicados, y que ha llegado hasta nuestros días con la imagen de la “femme fatale”. Tal vez habría que acordarse de que nada se puede someter eternamente.
Me cae bien la Lilith esta oye….