Hoy vamos a añadir una nueva palabra a nuestro pequeño diccionario-koilia.

Rasputitza (o Rasputitsa) es una palabra rusa que significa “la estación del barro”.

En primavera y en otoño, durante el deshielo, en ciertas zonas de Rusia, el suelo se anega y se genera una cantidad monstruosa de lodo.

La cantidad de fango es tan grande que hace imposible todo tipo de movimiento, tanto de máquinas como de animales o personas.

Eso es exactamente lo que sucede a veces en nuestra vida.

¿Nunca has tenido la sensación de que por mucho que te esfuerces y por muchas cosas que intentes, tu vida no avanza?.

Eso es Rasputitza.

Es cuando sabes que aunque tú no hagas daño a nadie, hay gente que te está perjudicando, seguramente por envidia o miedo a tus capacidades.

O cuando sin darte cuenta empiezas a recordar épocas malas de tu vida, y eso te sume en un estado de ánimo triste o enfadado.

O esos momentos en que piensas en todas las cosas que ya no podrás hacer, pero no eres capaz de pensar en los horizontes que se te abren cada día.

O cuando te acuerdas de todo lo que has perdido pero no eres consciente de lo que tienes.

Cuando algo o alguien frena mi vida y mi desarrollo, suele deberse a que le doy una importancia mayor de lo que se merece.

Imaginemos que tengo un día maravilloso, todo marcha sobre ruedas, y de repente me encuentro con una persona tóxica. Y tenemos un altercado.

Si le doy a ese incidente una mayor importancia de la que tiene, me estaré hundiendo en el barro. El resto del día estará condenado a tristeza o enfado.

La Rasputitza sólo me atrapa si me dejo atrapar.

Una de las actitudes a aprender en la vida es la de una cierta ligereza.

Aprender a no hundirse en el fango por cualquier tontería.

Distinguir entre los problemas que requieren ser solucionados y los pequeños inconvenientes que no merecen que les dedique ni un segundo de mi pensamiento.

Si empezamos a mirar a nuestro pasado desde ésta perspectiva, vemos que hemos pasado largas épocas de nuestra vida atrapados, inmovilizados sin necesidad.

Es importante distinguir entre lo que es importante para mí, y lo que no es más que lodo que ponen en nuestro camino.

Merece la pena evitar el barro para seguir con nuestro desarrollo.