Hoy os proponemos una experiencia que a nosotros nos resultó impactante.
Visitamos un lugar cargado de historia – la villa de Oña – uno de los lugares en el que se definió nuestro presente como pueblo. Un centro de poder y de fe que debería ser más conocido.
Nos referimos a la abadía benedictina de San Salvador de Oña, tumba de reyes y nobles, centro espiritual y político, lugar clave en la Reconquista.
Imaginaos ésta situación – por los demás reconocible – pues veníamos de un hermoso recorrido, entre valles, pueblos y ermitas medievales.
Al llegar a Oña – donde pensábamos pasar noche – nos recomiendan que no nos perdamos el “Cronicón”, una representación con ya 31 años de historia, que es el reflejo de este pueblo orgulloso y voluntarioso, de un esfuerzo para que no se olvide su pasado.
Como justo eran los días de dicha representación – y no queriendo desaprovechar semejante oportunidad – nos dirigimos prestos a disfrutarlo. Al llegar a la plaza, nos encontramos en uno de sus lados la magnífica entrada al monasterio, con una larga y ancha escalera, que sirvió a los actores para realizar un prólogo de lo que más tarde íbamos a presenciar.
La abadía sugerentemente iluminada al atardecer, nos abría sus puertas y un coro de niños nos recibió con parabienes…
Nuestras expectativas cada vez estaban más en alza, pero al entrar en la angosta iglesia abacial donde se iba a representar el teatro, es cuando sentimos estar en un lugar muy especial , sagrado y que no nos habíamos equivocado al venir.
Nos sentamos expectantes y la música del “Carmina Burana” de Carl Orff empezó a sonar, comenzando la representación del Cronicón, en donde los actores – vecinos del pueblo – se desenvolvieron a un nivel de actores profesionales, con una cuidada escenografía y vestuario, rodeados de un ambiente medieval, que nos trasladó a otros tiempos…
Si alguien espera teatro de dramaturgo saldrá decepcionado, puesto que lo representado es historia “pura y dura” momentos importantes que sucedieron tal y como se cuentan. Pero el bien hacer, la ilusión y energía destilada, hace que lleguemos al final sin darnos cuenta.
Una experiencia inolvidable…
Al día siguiente decidimos visitar a la luz del día este monasterio, y aunque parezca mentira volvió a ser – si no mejor – otra experiencia memorable.
Nos atendieron con extrema amabilidad las personas que estaban a cargo de esta joya monumental, en especial Antonio, voluntario y orgulloso padre del párroco.
Con pasión y amor a este Santo lugar, hizo que nos fijáramos en los infinitos detalles que lo convierten en una joya de nuestro paisaje artístico-cultural.
En el dilatado tiempo que nos concedió, nos contó no solo historia pasada, sino también proyectos presentes y futuros que albergan ilusionados, y que con el tiempo no dudamos, se irán materializando.
Nos despedimos con pena y ganas de repetir la experiencia.
Muchas gracias por todo.
Algunos datos, para “picar” la curiosidad:
En la comarca de Bureba al Noreste de la provincia de Burgos, se encuentra la ilustrísima villa de Oña, dignificada por los primeros condes de Castilla, así como reyes ilustres como Sancho III Garcés apodado «El Mayor», rey de Pamplona.
En esta hermosa villa rodeada de un paraje bello y singular, se encuentra la Abadía Benedictina de San Salvador de Oña, un lugar imprescindible a visitar para entender, no solo la tradición de esta villa, sino también nuestra historia.
Allí están enterrados los citados primeros condes castellanos, el rey navarro y su mujer, así como varios infantes y nobles – por lo que es Panteón Real – en el que reposan estos ilustres personajes.
La historia de esta abadía es antigua, fundada a principios del siglo XI – concretamente en 1011 – por el Conde Sancho García de Castilla, para su hija Tigridia, primera abadesa – pero ya con la idea de que fuera lugar de enterramiento señalado.
Sancho García – nieto del primer conde: Fernán González – y su biografía, nos lleva a la complicada época de finales del Califato Cordobés, que el conde Sancho dotado de fina inteligencia y diplomacia, tan exquisitamente sabrá aprovechar para el bien de su condado.
Esto unido a su política de matrimonios, donde casa a sus hijas con los prohombres del momento, hace que Castilla comience una preponderancia que hasta entonces era solo un sueño.
Con este conde se inicia el “Cronicón”, que nos lleva desde las razzias de Almanzor hasta la época del Cid, donde concluye.
Pasando por varias vicisitudes, el Cronicón va desgranando los momentos clave de Oña y su Santuario – escenario de la mayoría de los hechos
Para saber más:
Me has puesto los dientes muy largos…mira que perdérmelo….