Imaginemos la situación:
En lo más oscuro de la Edad Media.
En pleno cambio de milenio.
En el frío de los países del norte de Europa.
En cada esquina se predice que el mundo se va a acabar en cuanto sobrepasemos el año mil.
Todo el mundo se prepara para lo peor.
Incluso hubo personas que pasaron el fin de año metidas en sus tumbas.
Y después…nada.
Parece ser que Dios nos había perdonado nuestros muchos pecados y nos daba una oportunidad más.
En éste contexto vivió una mujer que dejaría su huella en éste mundo.
El nombre de ésta mujer era y es Hildegarda von Bingen.
Un auténtico genio en varias ramas del saber.
Fue abadesa de un convento, al que iban reyes y hombres poderosos a pedirle consejo.
También fue experta en plantas curativas, y hoy en día podemos conseguir sus escritos en cualquier librería.
Además de monja, tenía el don de la profecía. Y lo más interesante del tema es que sus profecías fueron aceptadas como obra de Dios. Por mucho menos habían encerrado personas en los calabozos.
Tanto que tenía permiso de la Iglesia para predicar en las catedrales ( ¡Una mujer, hace más de mil años!).
También era compositora de música, escribiendo obras bellísimas, tanto que hoy en día se siguen vendiendo grabaciones de sus partituras.
También se van creando nuevas versiones de sus composiciones, que siguen siendo fuente de inspiración.
Y, para rematar, vivió más allá de los ochenta años, cosa que en aquella época no era en absoluto normal.
Hay quien la considera la Leonardo da Vinci de la Edad Media.
Y cabe preguntarse por qué éste personaje tan extraordinario es tan poco conocido.
Enseñanza de la historia:
Hay épocas en nuestra historia que son muy, muy oscuras.
Y es precisamente en estas épocas cuando surgen personajes que con su luz nos dan esperanza y nos guían.
Nos hacen ver que otro mundo es posible.
Cada una de estas personas es diferente, y algunas de ellas son auténticos genios.
Los genios, independientemente de su género, traspasan las edades de la historia.
Nos transmiten su mensaje a través de los siglos.
Y un mensaje que nos transmitió Hildegarda con voz sonora fue: “No dejes que los límites que te quieren poner los demás te detengan”.
Precioso…No sólo por lo grandioso de la persona, sino también porque te deja un halo de esperanza…